Colectiva feminista que forma parte del Front Abolicionista PV:
"Somos mujeres que provenimos de diferentes regiones y experiencias dentro de la lucha social, en diversas organizaciones de reivindicación y defensa de los derechos que el sistema de poder ha vulnerado, violentado y de los que ha despojado a nuestros pueblos. Estas experiencias nos han llevado a la conclusión de que, para lograr el cambio social, político, económico y humano imprescindible que haga viable una sociedad donde la justicia social, los valores del respeto a la vida y a la naturaleza, la cultura de la paz, la democracia y la igualdad sean principio y ejes rectores, únicamente será posible y viable con una transformación feminista."
Entendemos el feminismo como el pensamiento y movimiento humanista, de carácter necesariamente laico y concebido para luchar por la liberación de las mujeres (hembras humanas y 50% de la humanidad) de la opresión que el patriarcado ejerce sobre nosotras arrinconándonos a un estado permanente de minoría de edad en el que nuestros DDHHy sus derivados no son garantizados, y sí vulnerados y relegados.
Entendemos el feminismo, como solo uno y con una genealogía y tradición propias (desde la Ilustración hasta nuestros días), con un sólido y consistente cuerpo teórico (teoría feminista), con una agenda bien delimitada (la liberación de las mujeres del patriarcado) y con una vanguardia propia1(pensadoras y activistas feministas).(1 Valcárcel, Amelia, Ahora Feminismo, Editorial. Cátedra 2019.)
Entendemos el patriarcado como un sistema opresor jerárquico donde la casta de los hombres se encuentra en un nivel superior a la casta de las mujeres, lo cual conlleva a que todos nuestros derechos de seres humanas estén supeditados a la garantía y cumplimiento de los derechos y privilegios que los hombres adultos gozan por ser la casta superior. El patriarcado también puede entenderse como un sistema de desigualdad estructural, en demérito de las condiciones de vida de las mujeres (y de menores), en donde los vínculos sociales, políticos y humanos entre mujeres y hombres se rigen bajo esa desigualdad.
Somos conscientes (por conocimiento y experiencia de vida) de que la manera en la cual el patriarcado se refuerza y perpetúa es ejerciendo una opresión sobre nosotras por la vía del control de nuestra vida social, sexual y de nuestra capacidad reproductiva.
Entendemos el género como la construcción social por medio de la cual el patriarcado se materializa, como un sistema de roles, estereotipos, actividades, conductas, funciones, discriminaciones, límites, obligaciones, alternativas de futuro, delineados para que mujeres y niñas nos ajustemos a las condiciones de control de nuestra vida y potencial desarrollo. Es decir, el género configura el sistema de desigualdad y violencia estructurales que experimentamos las mujeres a lo largo de nuestra historia atrapándonos dentro de un género femenino o modelo de ser mujer o de feminidad.
El género implica violencia constante contra nosotras las mujeres, tanto en su imposición misma como en el costo que se nos hace pagar cuando emprendemos el camino de liberarnos de él. De ahí la importancia de emprender este camino juntas, en sororidad y bajo el cobijo del conocimiento y plan de acción del feminismo.
Entendemos la prostitución como una institución patriarcal milenaria de explotación a mujeres, en la que el género garantiza la disponibilidad de mujeres y niñas, para que los hombres puedan ejercer en ellas violencia de carácter sexual.
Afirmamos que la pornografía es prostitución grabada y es el medio por el cual se difunde de manera masiva, incluyendo las dinámicas y prácticas que implica (violaciones, vejaciones, golpes, ahorcamientos).
La prostitución es la escuela más brutal de desigualdad entre mujeres y hombres, que provoca, en primer lugar, daños inmisericordes a las mujeres y niñas prostituidas y en segundo lugar, disminución en las garantías de seguridad y libertad de todas las mujeres, dado que, mientras continúe normalizada su existencia (así como la cultura de la prostitución, la pornografía y por ende de la violación) las mujeres y niñas seguiremos siendo vistas como objetos de uso y desecho sexual, a quienes hay que obstaculizar o negar las posibilidades para construirse un proyecto de vida que nos quite de la condición de estar disponibles para satisfacer sexualmente a los hombres. Esto nos expone a desenvolvernos en un ambiente de constante discriminación, acoso y violencia.
Somos conscientes, además, que la prostitución, si bien siempre ha sido una institución de explotación de mujeres, en este s. XXI, en conjunción con el modelo capitalista neoliberal, ha devenido en un negocio trasnacional de explotación de mujeres cada vez más jóvenes y de niñas en pobreza y vulnerabilidad, de fuerte impacto en las economías tanto legal, como parte fundamental de las industrias del entretenimiento y del espectáculo, como en la subterránea e ilegal, como razón principal del tráfico de personas, al nivel de la venta de armas y del narcotráfico. Sabemos que la cultura de la prostitución se encuentra totalmente normalizada y fuertemente arraigada en la conciencia colectiva de la sociedad.
Por lo tanto, reivindicamos la necesidad y urgencia de que los estados instauren políticas abolicionistas de este negocio y del sistema prostitucional, estructuras de flagrante violación a los DDHH de mujeres prostituidas y de sus hijos e hijas, además de devaluación la calidad de vida de las mujeres en su totalidad, al tenernos en constante acoso por las violencias simbólicas y concretas que conllevan.
Entendemos la industria de los vientres de alquiler como la expresión de una práctica centenaria en la que el género garantiza la descendencia (continuidad genética) de personas con alta capacidad económica, principalmente hombres, por medio de la utilización de la capacidad reproductiva de las mujeres. La práctica de vientres de alquiler es aberrante, sin ética y violatoria de los DDHH de las mujeres en pobreza, probablemente también en prostitución, a las cuales someten a explotación para gestar y dar a luz a bebés, a quienes a pesar de ser sus hijas/os, se ven obligadas a entregar, y violadora de los DDHH de los/las recién nacidas/os a quienes se les niega el derecho a saber quién es su madre. Por lo que entendemos el negocio de vientres de alquiler como explotación de mujeres, compra-venta de seres humanos y tráfico de estos, de tal manera que exigimos y luchamos por la erradicación total de esta práctica y de todas las actividades ilícitas y sin ética relacionadas.
Por todo lo anterior, nos hemos juntado para formar un colectivo y sumarnos a la convocatoria que el movimiento feminista ha lanzado ahora que el patriarcado internacional en su versión neoliberal, ha iniciado una nueva embestida sobre nosotras las mujeres, contra el movimiento feminista, contra sus logros de tres siglos de historia y contra la razón misma de su existencia, al impulsar e imponer políticas de identidad de género.
El principio de la identidad de género es tratar el género como realidad material, performativo, a la cual se puedan adscribir los individuos, de forma voluntaria en forma de identidad, consolidando el modelo de ser mujer o ser hombre que los estereotipos de género impone sobretodo a las mujeres. De esta manera, la identidad de género sustituye o elimina al sexo como criterio sociopolítico que ha sido empleado para identificar y caracterizar la opresión patriarcal concretada por los hombres sobre las mujeres, por lo que esa eliminación implicaría el retroceso o eliminación de los avances democráticos que en materia de derechos de las mujeres se han posibilitado precisamente por esa caracterización. Es decir, la identidad de género desnaturaliza las herramientas analíticas y razón de ser del feminismo, y con ello las propuestas, políticas, normativas y jurisprudencias, concebidas y concretadas (aún insuficientes) para garantizar nuestros derechos y que sirven de referencia en los lugares donde la lucha feminista aún es incipiente. La identidad de género nos hace desaparecer, como sujetas de pleno derecho y como sujeto político del propio feminismo.
Entendemos, por lo tanto que este ataque frontal al feminismo es una de las embestidas más graves que ahora, en el siglo XXI nos ha tocado afrontar.
Tenemos antecesoras, tenemos maestras activas, tenemos las herramientas teóricas, tenemos la voluntad de construcción y de sumar voluntades y tenemos la claridad de la justicia y humanidad de nuestra causa. Aquí estamos.
Contacto: xarxesvioletes@gmail.com
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