Desde hace algún tiempo, asistimos a una intrusión, un “caballo de Troya” infiltrado en el seno del feminismo (pese a los que muchos quieren hacer creer, históricamente abolicionista de la prostitución, la pornografía, los vientres de alquiler y cualquier forma de explotación de las mujeres) que tiene unos objetivos muy diferentes a la liberación de la opresión patriarcal.
¿Quién hay detrás de la defensa del sistema prostitucional?
¿Quién está empleando tantos medios para presentarlo como una opción laboral?
Qué ocurre cuando además de tener las cifras que reflejan explotación, violencia, y desigualdad contra las mujeres (El 80% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual son mujeres y niñas, según el informe de la UNOCD de 2018) y de escuchar miles de testimonios de mujeres supervivientes del sistema prostitucional para conocer la realidad, que te cuentan lo terrible que es ser denigrada, violada varias veces al día, resulta que se prefiere escuchar a proxenetas o a tres o cuatro burguesas felices que tienen la posibilidad de rechazar "clientes".
Sandra Díez nos explica en este artículo que no es casual que desde hace años el discurso que presenta al sistema prostitucional y a toda la industria del sexo como un “trabajo” y de “libre elección” haya empezado a ocupar espacio en la opinión pública. Se ha instalado incluso en sectores feministas, pues es lógico que sus defensores necesiten instrumentalizar la lucha feminista para legitimarse. Por ello es necesario ponerles nombre y apellidos, localizarlos y desactivar su estrategia comunicativa.
Y menciona las figuras que mueven los hilos; George Soros (el trigésimo hombre más rico del mundo). Soros fundó en el año 1993 The Open Society Foundations (OSF). El objetivo de la organización, que opera en decenas de países, es apoyar a organizaciones e individuos para luchar por la “libertad de expresión, por gobiernos que rindan cuentas y sociedades que promuevan la justicia y la igualdad”.
Estrategia para legitimar la prostitución
La estrategia de la OSF para favorecer a la industria del sexo consiste en inyectar cantidades de dinero en diferentes organizaciones alrededor del mundo que actúan como lobbies del regulacionismo, principal beneficiario de que el sistema prostitucional se regule y se normalice y así aumentar su legitimación social.
Sus escudos son el feminismo, el colectivo LGTB, la lucha contra el sida y por los derechos humanos en general. La pretendida defensa y promoción de estas luchas es usada por la OSF para legitimar una de las instituciones fundacionales del patriarcado, la prostitución.
Su propaganda a favor de la descriminalización y la regulación tiene como resultado la creación de una “realidad alternativa”, una visión parcial, completamente alejada de la explotación y violencia que sufren miles de mujeres y niñas alrededor del mundo.
Leer más en el artículo de Sandra Díez
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