Las víctimas eran sometidas a jornadas de hasta 12 horas diarias, que podían aumentar cuando algún cliente lo requería, y debían pagar 55 euros diarios por alojamiento y luz. Las 3 liberadas eran prostituidas hasta saldar una deuda de 6.000 euros.
Para su captación, la organización utilizaba intermediarios que se encontraban en los países de origen y otros que se encontraban en España, pero que tenían vínculos con dichos países.
Una vez llegaban a España, las víctimas descubrían las elevadas cantidades que adeudaban con la organización criminal y las condiciones de explotación, esclavitud sexual a las que eran sometidas, con abusos sexuales, amenazas...
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