La otra cara de la pornografía

La otra cara de la pornografía que el lobby del cine X trató de ocultar 


En este artículo el periodista cuenta que en los casting porno como en el que él estuvo los hombres suelen pagar en torno a unos 1.000 euros por participar. Pero las mujeres no pagan, si no que cobran. “Un casting lo puedes interpretar como quieras, yo personalmente, creo que es una forma de prostitución con cámaras. De hecho, la diferencia para mi entre un proxeneta y determinados productores porno es que tienen una cámara que graba en HD” declara el autor.
Esconden eventos de prostitución como si fuesen rodajes pornográficos: "El truco es vender algo que es prostitución pero sin decirlo" señala, afirmando que de esta forma muchas actrices porno participan en estos eventos sin estar bien informadas de lo que va a ocurrir. Denuncia abusos sexuales, "la brutalidad de los chicos durante las escenas sexuales era insoportable".

Y ante la cuestión ¿Es posible un porno feminista?: Un negocio que coacciona, amenaza y tapa el dolor ajeno no puede ser feminista". Denunciar también que el giro de la pornografía hacia el feminismo y la izquierda está mercantilizado. Esta corriente parece que ha conseguido reconvertir el porno (y de paso, la prostitución) en una forma de "empoderamiento femenino" aludiendo al argumento de la "libre elección".
Sin embargo, el autor dice que no ve ninguna diferencia entre éste porno "nuevo" y el de hace años, "¿Quizás el plano esté más cuidado y los actores saben quién es Da Vinci? Ya te digo que desde que lo vi por dentro me di cuenta de que era el mismo perro con distinto collar"




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