Serie: Prostitución

Esta serie de producción audiovisual argentina de 4 capítulos, aborda la prostitución a través de historias de vida, testimonios y recorridos académicos, dentro del ciclo Punto G – Perspectivas de Género.

Cuentan con las intervenciones de las supervivientes y activistas abolicionistas; Sonia Sánchez y Alika Kinan, de la socióloga y experta, Silvia Chejter y del Dr. Marcelo Colombo, Fiscal de Procuraduría sobre trata y explotación de Personas -PROTEX   

Serie: Prostitución y trata de personas.

Capítulo 1: La vida de una puta

Desde la activista abolicionista, Sonia Sánchez y del testimonio “Libertad” se interpela acerca de las violencias que viven las mujeres prostituídas.

   

Capítulo 2: Sistema prostibulario

La mirada de Alika Kinan, sobreviviente, de la socióloga y experta, Silvia Chejter y del Dr. Marcelo Colombo, Fiscal de Procuraduría sobre trata y explotación de Personas -PROTEX explican las características del sistema de explotación sexual.

Capítulo 3: Varón prostituyente

La prostitución como institución explota mayoritariamente mujeres, las pone al servicio de la sexualidad masculina.

Algunos varones se piensan y dicen;
"yo, o cualquiera, tiene la posibilidad de satisfacer sus necesidades sexuales si es que las puedes satisfacer pagando, por qué no hacerlo"

Silvia Chejter: lo primero y fundamental que pone así en escena la prostitución son relaciones de inequidad sexual, y remarco sexual, no es una inequidad económica, primero es una inequidad sexual, después se solapa con otras, o sea la gran mayoría de las mujeres son pobres, la gran mayoría pero no todas, pero primero son básicamente mujeres.

No hay estudios estadísticos, salvo en España; el 90% son mujeres y el 10% son varones trans homosexuales, o trans, por eso yo hablo en femenino en la prostitución. Los que prostituyen son varones, los varones prostituyen a mujeres, pero también prostituyen a otros hombres, o sea los varones también prostituyen a un homosexual o prostituyen a una persona trans feminizada, pero remarcar realmente que es una cuestión de varones porque son los varones los que prostituyen.

Desde el punto de vista numérico son también inmensamente más los varones, por cada mujer prostituida, según el prostíbulo, según la modalidad, hay siete, diez o quince varones, o sea por cada mujer hay catorce o hay 15.
Todo eso se sostiene sobre la inequidad sexual, o sea sobre una situación de subordinación de las mujeres que en este caso es sobre todo subordinación sexual.
Las mujeres podemos estar subordinadas en otros planos, en otras áreas de la vida, pero en este caso no hay que olvidar que se trata fundamentalmente de subordinación sexual.

Es una institución, no es una relación entre dos personas, porque dos personas no necesitan ninguna ley ni nada, hacen lo que quieren, entre tu y yo, entre tal y cual. Pero la prostitución no es una cuestión individual, hay millones de mujeres prostituidas en millones de varones que pagan para tener sexo.
La prostitución es; una persona, las mujeres, al servicio de la sexualidad de los varones. Ellos pagan, y ellas ponen el cuerpo o ponen el sexo. La sexualidad de las mujeres prostituidas es una sexualidad al servicio de la sexualidad de los varones.

La prostitución es un lugar donde se encuentran dos tipos de explotación; la explotación sexual y la explotación económica. Podría parecer que si son independientes y ganan dinero se anula la explotación sexual, o el sometimiento sexual. Muchas personas, tanto personas comunes como académicas e intelectuales, justifican la prostitución porque hay pobreza, entonces explican que la prostitución es una estrategia de supervivencia, una estrategia para salir de la pobreza. Entonces al final, sobre esta inequidad sexual se monta otra inequidad, o se solapa otra inequidad que es la inequidad de clase.

Cuando se escucha lo que las mujeres tienen que soportar, lo que les hacen hacer o dejarse hacer, a una se le caen las medias digamos, es decir es algo como más allá de todo lo imaginable. Hay sin ninguna duda un doble juego o ambigüedad porque por un lado tienen absoluto conocimiento de que las mujeres son explotadas (saben que los matones están en la puerta, saben que muchas están encerradas o si no están encerradas saben que están en situaciones de extrema vulnerabilidad y que están ahí porque no les queda otra, ya saben que una vez que se está allá adentro es muy difícil de salir, etcétera etcétera), saben de la explotación pero al mismo tiempo no les importa.

Porque prostituir a otra persona es convertir a otra persona en una cosa, en una cosa a tu propio placer, el placer del que paga, “yo pago [como ellos dicen] y hago lo que quiero”, y pareciera que el dinero lava la relación de uso o la relación de explotación.
Escuchamos esas frases que dicen; “el cuerpo es un bien, si yo tengo plata lo puedo comprar”, “es plata por carne”. Éstas son frases, pedacitos de frases que me quedan, y por otro lado está claro que ellos invierten la relación porque dicen; “ella, la puta, trabaja de objeto, entonces a mí no me queda otra que usarla como un objeto, pero es ella la que trabaja de objeto”.

Hay una cuestión de deshumanización, y eso me lleva digamos a algunas preguntas fundamentales, porque yo muchas veces me pregunto ¿qué hacer? y la respuesta es al menos empezar a cuestionar esto y empezar a cuestionar si queremos que en esta sociedad todo pueda comprarse y venderse. Y si nos gusta esa sociedad la prostitución va a seguir siendo parte de esta sociedad

Capítulo 4: Impacto de la prostitución en las mujeres

La vida de violencia que sufre una mujer prostituída afecta su subjetividad y su salud. Trauma, disociación, descorporización como consecuencias del sistema prostituyente

Silvia Chejter: En muchas familias a veces una madre decide sacrificar una hija, y una va al prostíbulo para sostener el resto de los hermanos.
La subjetividad de una mujer prostituida: en una primera impresión muchas mujeres prostituidas no se sienten víctimas de prostitución, víctimas de explotación, al contrario, sienten y así lo expresan al menos y hay un discurso armado o defensivo, de que han elegido, que así pueden sobrevivir, que de esa manera manejan sus horarios, y esto mismo lo repiten ellas y más o menos el 80% de la sociedad.

Testimonio: “vos pensás que está todo bien, que haces las cosas bien, que está bien, que vos estás usando al tipo que te está pagando, pero no, es el tipo que te está usando a vos”

El principal impacto es a otro nivel. Algunas psicólogas hablan de estrés postraumático, pero yo encontré otras dos maneras de encarar la problemática que me parecen mucho más interesantes; una la puedo simplificar con Michaela Huber, es una experta alemana en el tema, es la directora de una institución que se llama el trauma y disociación. Ella plantea que la principal situación, el principal impacto, es una dificultad para integrar los distintos niveles de la persona.
Una persona prostituida que tiene que soportar que la penetren 10, 20, 30, 5, 48 tipos cada día cada noche, 7 veces a la semana, 30 días al mes, tiene que vencer toda una serie de cosas que más o menos casi todas las personas tenemos, como asco, vergüenza, cuestiones que tienen que ver con algo que es penetrar en la propia intimidad de su propio cuerpo. Esto produce una necesidad de escapar de esa situación, aunque sea mentalmente, y así se produce la disociación como una respuesta a esa situación.

Más interesante aún es el trabajo de una médica francesa, que trabajó en un centro de salud de París, en las afueras de París, en los suburbios, y ella lo que notaba era que al centro de salud las mujeres prostituidas no venían nunca y cuando venían ya estaban más o menos al borde del coma, o sea tenían una enorme capacidad, una gran capacidad de soportar el dolor y podían tener infecciones internas terribles, con dolores, lesiones y la soportaban como si nada. Y se dio cuenta de que también se producían como procesos de "descorporización", yo les denomino "defensivos"; es como una distorsión de la propia imagen, de la propia imagen corporal, que lleva incluso como a procesos de anestesia.

Testimonio: “muchas veces he pensado que sí, que me han violado y a la fuerza porque yo he querido cobrar antes y me han dejado tirada.”

El placer es otra cosa, y sobre todo yo, como feminista y todas las feministas desde hace muchos años, hemos luchado para que la sexualidad no sea una obligación para las mujeres, para que la sexualidad no estuviera solamente atada a la reproducción, o sea que hemos tratado básicamente que la sexualidad no sea ni solo para la reproducción ni solo al servicio del varón, de nuestra pareja, aún casada.
Así que no puedo aceptar que la sexualidad se convierta en un trabajo, porque eso también sería como pensar que con la sexualidad se puede hacer cualquier cosa.
Si el estado acepta la prostitución, está aceptando que las personas se pueden comprar y vender, o sea que el sexo es objeto de compra.
La responsabilidad del estado tiene que ver con cambiar la cultura pero ¿a qué estado le vamos a reclamar esto? Tenemos un estado patriarcal, hasta que no minemos un poco las bases del estado patriarcal va a ser muy difícil cambiar esta cultura que de alguna manera va creando subjetividades, por parte de las mujeres de una sexualidad al servicio de los varones y por parte de los varones de una sexualidad que tiene que estar sometida a su propio deseo.

Hay cuestiones que no se pueden mercantilizar, las personas son personas, y no es una cuestión moralista, es una cuestión que tiene que ver con “como pensamos la sociedad, como pensamos la humanidad”, en qué tipo de sociedad queremos vivir.


Centro de Producción Audiovisual de la Universidad Nacional de La Pampa, Argentina.

Dirección: Mónica Molina y Erika Pattacini
Guión y producción periodística: Mónica Molina

Mónica Molina es productora periodística del CPA, integrante de la Red PAR, por una comunicación no sexista. Siendo funcionaria de la comuna, capital de la provincia formó parte de la promoción de la ordenanza de cierre de prostíbulos en la ciudad, política que fue imitada en distintos puntos del país.